Propiedades curativas del Aloe Vera
El Aloe Vera es una planta herbácea y perenne, de hojas grandes, alargadas y suculentas, cóncavas y planas en la parte superior, y convexas en la inferior, generalmente dentadas y espinosas y su color varía de gris a verde claro. Pertenece a una familia de más de 200 especies que crecen en las laderas soleadas, normalmente en lugares rocosos o pedregosos de África, Europa, América, Madagascar y en algunos lugares de Asia.
El Aloe Vera, tiene dos enemigos naturales
a tener en cuenta: el exceso de agua y el frío por debajo de 10ºC. Por otro
lado, es una planta muy resistente a la plagas y a la falta de agua.
Cómo
se planta el Aloe Vera
El Aloe Vera es conveniente plantarla en lugares
resguardados con mucha luz, pero que preferiblemente no esté expuesta de forma
directa, para evitar las malas condiciones climáticas.
El terreno tiene
que ser arenoso, aunque no es una condición imprescindible, ya que también
crece en óptimas condiciones en tierras volcánicas. Lo que sí es muy importante es que el terreno tenga un buen
drenaje y sea ligeramente ácido.
La siembra debe
realizarse dejando una distancia de dos metros entre una planta y otra, ya que
el aloe echa grandes raíces y pueden llegar a enredarse unas con otras,
quitándose así los recursos naturales o fusionarse hasta convertirse en marañas
de matas que se ahogan entre sí. La reproducción es por estolones, siendo el
otoño la mejor época del año para llevar a cabo este proceso. Nunca debe
realizarse en invierno.
El riego no es un
elemento imprescindible, gracias a su gran resistencia a la falta de agua. Aun
así, es recomendable regarla con poca agua, lo que nos permitirá dos recolectas
anuales. En caso contrario, sólo podemos cortar hojas una vez al año.
Cómo
se planta el Aloe Vera en una maceta
Para su cultivo
en casa, es mejor hacerlo en maceta de barro en vez de plástico. Este lo
llenaremos con tierra normal de jardín con un 50% de turba, a partes iguales.
En el fondo
pondremos un drenaje de dos dedos de grava. Se cubrirá la planta hasta el nacimiento
de las hojas, esperando un par de semanas, para empezar su riego, así dará
tiempo a cicatrizar sus heridas durante el trasplante. Situar la planta en
lugar soleado y cálido, donde tenga mucha luz de sol. En el invierno, la
protegeremos del frío.
De la primera semilla que brota de la flor
saldrá una planta madre, de cuya raíz nos pueden salir otras plantas de aloe
consideradas sus hijos.
Cuando los hijos
que le nacen alrededor tengan una altura de cuatro dedos se han de separar de
la planta adulta para ser replantados a la distancia pertinente, de forma
individual. Lo podemos hacer de dos maneras:
Hurgando con los
dedos, hasta encontrar su unión de madre e hijo, y la otra, sacándola
totalmente de la maceta, separándola de la madre con más precisión y con todas
sus raíces, aprovechando así, para recortar las raíces de la planta madre, si
es que las tiene demasiado largas, y añadiendo abono vegetal orgánico en la
tierra al plantarlo de nuevo.
Hay que recordar,
que no se puede regar durante las dos primeras semanas después de su trasplante.
Cuando nacen los hijos y los trasplantamos, se dejan secar las heridas durante
un par de semanas, sin exponerlos al sol directamente, pudiendo plantarlos
individualmente en maceta.
Hay muchos tipos
de Aloe que no deben mezclarse, porque se corre el riesgo de polinizar unas
plantas con otras, creando híbridos que desvirtúan las características del
aloe. Para evitarlo, la mejor opción es cortar la vara de la flor a media
altura, por debajo de donde están las flores, antes de que se abran. El resto
de la vara lo sacaremos fácilmente, cuando ésta quede seca.
Todas las plantas
de Aloe tienen propiedades curativas que se manifiestan cuando la planta llega
a la edad adulta, hecho que sucede a los tres años aproximadamente desde que
han hecho la flor.
Usos del Aloe Vera
La forma más común
de empleo del aloe es de uso externo, mediante geles y cremas. La savia de sus
hojas se usa para tratar inflamaciones externas, quemaduras, cortes y heridas,
picaduras de insectos, llagas, dolores musculares o reumáticos.
Contrarresta la
acción de las bacterias dérmicas.
Disuelve los
depósitos grasos que obstruyen los poros.
Destruye las
células muertas, permitiendo su eliminación, y regula el pH en las tres capas
de la piel (epidermis, dermis e hipodermis).
Protege y
regenera la dermis, ejerciendo sobre la piel una profunda acción bactericida,
humectante y de limpieza.
Funciones antiséptica
y cicatrizante, ya que con sus nutrientes naturales ayudan a la regeneración de
las células de todas las capas de la piel.
Anti-inflamatorio,
analgésico, antiviral, antitóxico.
Hidrata en
profundidad y es muy útil en pieles sensibles y estropeadas.
En el acné
juvenil, elimina la infección de los poros.
Por su acción
anti-inflamatoria y analgésica, es ideal para su utilización local en
articulaciones en proceso inflamatorio; así como artritis, reumatismo y dolor
muscular.
Se puede utilizar
como tratamiento del cabello por sus agentes nutritivos, ya que proporciona
suavidad, resistencia y flexibilidad.
Contribuye a
alisar las arrugas, reducir el tamaño de los poros y es excelente como filtro
solar, al proteger de sus efectos nocivos.
Ayuda a prevenir
las quemaduras solares y también es muy efectiva para aliviar la piel que ha
estado mucho tiempo expuesta al sol.
Se reducen las
manchas oscuras de la piel y soriasis aplicando tres veces al día durante
varios meses. Los resultados no son rápidos, pero sí definitivos.
Es un estimulante
biogénico que activa y vivifica las células de la piel.
Excelente para cuidados
del cutis (arrugas, tonalidad, textura, etc.). Su uso tonifica los tejidos
flojos, las arrugas se suavizan y tienden a desaparecer.
El gel del Aloe
Vera tiene propiedades antibióticas,
astringentes, anticoagulantes, y estimula el tejido colágeno para su
cicatrización.
Para obtener el
gel, elegir una planta que no haya recibido agua durante 5 días antes y
realizar el corte a la noche o a la mañana temprano.
Aplicar la hoja de Aloe Vera cortada
directamente sobre las quemaduras, las heridas, las infecciones por hongos y
las picaduras de insectos. Corte los bordes de la parte de la hoja de aloe que
vaya a utilizar en este momento, a fin de eliminar las espinas. Seguidamente
parta la hoja longitudinalmente por la mitad y presiónela contra la zona lesionada,
manteniéndola allí durante unos minutos. El gel cura y cicatriza.
En la utilización
externa se ha observado que los efectos son mucho más rápidos y contundentes
cuando se aplica un trozo de hoja sobre la zona afectada, con la pulpa en
contacto con la piel pero sin desprenderla de la corteza. Para mantenerla en su
lugar se puede utilizar una venda o esparadrapo.
Cuando por las
características de la lesión a tratar no sea posible mantener la corteza, se
podrá extraer la pulpa con una cuchara, machacándola o moliéndola seguidamente
para facilitar su aplicación. Antes de aplicar la pulpa es muy importante lavar
bien la zona de la piel en la que se va a utilizar -sobre todo en las heridas y
quemaduras- pues de lo contrario podría introducir en el cuerpo la suciedad,
las impurezas e incluso las bacterias y microbios acumulados sobre la piel. Las
aplicaciones se pueden repetir cada hora, lavando siempre la piel antes de cada
nueva aplicación.
En las quemaduras
es importante recordar que cuanto antes se atiendan más rápida será su cura y
menores las cicatrices. Se deberá aplicar generosamente pulpa de Aloe Vera machacada varias veces al día.
En caso de
quemaduras de cierta importancia es conveniente refrescar la zona afectada con
agua corriente durante 15 o 20 minutos. De este modo se logra bajar la
temperatura de la piel, impidiendo que siga quemándose por sí sola. Esta simple
medida, junto a la siguiente aplicación del Aloe Vera, hará que la curación sea rápida y completa.
Para evitar las
quemaduras de sol es conveniente aplicarse una buena crema de aloe al menos 20
minutos antes de exponerse a los rayos solares y, como siempre, asegúrese de
que dicha crema contiene realmente un buen porcentaje de Aloe Vera.
En algunas
ocasiones el uso externo de la pulpa de Aloe
Vera puede resecar la piel
excesivamente, lo cual podría resultar contraproducente en caso de ciertas
enfermedades cutáneas. Para solucionar este problema se puede mezclar con
aceite de oliva o de almendras dulces.
Cuando la pulpa
del Aloe Vera vaya a ser consumida vía oral, habrá de separarse
la corteza con una cuchara, o bien se pelará la hoja con el cuchillo cortando
seguidamente la pulpa en cubos, con cuidado de que no queden trozos de corteza
para evitar su sabor amargo, aunque el sabor de la pulpa no es desagradable.
Hay quienes prefieren molerla en una licuadora y tomarla mezclada con zumos de
fruta o en forma de jarabes con miel, mientras que otros la toman en ensalada o
directamente mordiendo la hoja recién pelada.
En los casos de
problemas bucales, llagas, heridas por extracciones, gingivitis o estomatitis,
se molerá la pulpa, manteniendo el gel en la boca todo el tiempo que sea
posible y procurando que permanezca en contacto con la zona afectada.
Para conservar la hoja de Aloe Vera se molerá inmediatamente después de pelada, guardándola después en el frigorífico. De este modo conserva sus cualidades medicinales por lo menos durante dos semanas. En caso de que su color se hiciera más obscuro ello indicaría que el proceso de oxidación ha comenzado ya, por lo cual se deberá desechar.
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