La
dieta mediterránea
La
dieta mediterránea es la forma de alimentación que,
desde hace varios siglos, mantienen los pueblos de España, Francia, Italia,
Chipre, Grecia, Portugal, la antigua Yugoslavia, Albania, San Marino, Mónaco; y
también Marruecos, Túnez, Malta, Libia, Israel, Jordania, Egipto, y Siria.
La
dieta mediterránea se ha ido forjando a lo largo del
tiempo, y es fruto de la influencia que nos han dejado todos los pueblos que
han pasado por estos países: iberos, celtas, griegos, romanos, bárbaros y
árabes. Griegos y romanos sentaron las bases de lo que actualmente conocemos
como dieta mediterránea con los
cultivos tradicionales de esta zona geográfica bañada por el mediterráneo: el
trigo, el olivo y la vid.
Los alimentos que
constituyen la base de esta alimentación son:
El pan y la pasta, como principal fuente de
hidratos de carbono.
El aceite de oliva como principal fuente de
grasa.
El vino en cantidades moderadas durante las
comidas.
Las hortalizas, las frutas, los frutos
secos y las legumbres aportan a esta dieta gran cantidad de fibra y
antioxidantes.
El pescado, las
aves de corral, los productos lácteos y los huevos como principal fuente de
proteínas y un menor consumo de carnes y grasas animales.
Estos alimentos y
su tratamiento culinario dan lugar a un estilo de vida que se complementa con
unos hábitos tan saludables como la siesta y trabajos de gran actividad física,
con un gasto de alto de energía, como la agricultura.
A todo este
bagaje cultural hay que añadir el descubrimiento de América, gracias al cual
conocemos alimentos tan importantes en la elaboración de gran parte de nuestros
platos como la patata, el pimiento o el tomate.
El aceite de
oliva, ampliamente utilizado en la cocina mediterránea es rico en ácidos grasos
monoinsaturados. Muchos estudios han demostrado que estos ácidos grasos regulan
las proporciones sanguíneas de HDL ("colesterol bueno") y LDL
("colesterol malo").
En la cocina
mediterránea se utiliza aceite de oliva o de semillas para cocinar y
condimentar los platos, asimismo se consumen rebanadas de pan solas o con
aceite de oliva a diferencia de mantequillas y
otras grasas animales utilizadas en otros países del Norte de Europa.
La dieta mediterránea no puede ser única ya que son
varios los países que la disfrutan, y por tanto cada uno de ellos aporta sus
peculiaridades; pero sí hay una serie de características que son comunes a
todas ellas:
Estas poblaciones
comen una cantidad relativamente alta de pescado y carnes blancas, cereales y
leguminosas, frutas y verduras; una cantidad relativamente baja de carnes
rojas; y, en forma moderada, consumen vino con las comidas.
La grasa usada en
las comidas es mayoritariamente aceite de oliva. Esto conduce a una
alimentación saludable que se caracteriza por ser:
Baja en grasas saturadas (carnes rojas).
Alta en grasas monoinsaturadas (aceite de
oliva).
Balanceada en ácidos grasos poliinsaturados
(omega-6 y omega-3).
Baja en proteína animal.
Rica en antioxidantes (frutas, frutos
secos, verduras y legumbres).
Rica en fibras (frutas, verduras, legumbres
y cereales).
El pescado,
característico también de la dieta
mediterránea y cuya grasa es beneficiosa para la salud. Estudios llevados a
cabo en las poblaciones esquimales de Groenlandia, cuya alimentación era
prácticamente a base de pescado y no consumían grasas vegetales, mostraban como
la baja incidencia de enfermedades cardiovasculares de esta población se debía
a los ácidos grasos poliinsaturados del pescado y más concretamente de los
omega-3. Estos componentes aumentan las HDL y disminuyen las LDL.
Legumbres,
cereales (arroz, pastas, muchos de ellos integrales), frutas y verduras,
aportan a la dieta mediterránea
además de variedad, vitaminas, minerales, sustancias antioxidantes, fibra e
hidratos de carbono complejos.
Preparaciones
culinarias cuidadas y sencillas: hervidos, asados.
Texturas firmes;
fritos, pan, frutas, verduras, frutos secos y hortalizas crudas. El consumo de
pan fresco, arroz, y pasta sigue siendo alto; y se va incrementando el de pasta
fresca.
Pastas y arroces
se deben tomar de tres a cuatro veces por semana.
Escaso consumo de
alimentos proteicos, sobre todo carnes rojas, y más de pescado y aves de
corral.
Uso de productos
como el ajo o la cebolla, y algunas especies y yerbas aromáticas.
Gusto por los
ácidos; las ensaladas se aliñan generosamente con vinagre y el uso de limones y
cítricos en general es muy importante. La naranja figura entre las frutas
preferidas por la población.
Vino en las
comidas principales en cantidades moderadas (unos 150 cc en cada comida).
Uso de gran
cantidad de productos frescos.
La Dieta
Mediterránea se puede considerar casi una
dieta vegetariana en cuanto al alto aporte de vitaminas, minerales, sustancias
antioxidantes y fibra, sin embargo solventa las deficiencias de esta en cuanto
a la presencia de ciertos nutrientes como la vitamina B12.
Este tipo de
dieta tiene una baja frecuencia de enfermedades coronarias y un nivel más bajo
de colesterol en sangre en los habitantes de estos países en relación a los de
otros países.
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